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Un Mono es una de las pocas formas de vida conocidas capaces de metabolizar el café a palabras. Al menos con tal eficiencia. Le teme al soponcio, pero más le teme a encontrar habas en su plato. Si usted se encuentra con él, no le hable, podría darle pie a hacerlo él también.

miércoles, 15 de junio de 2005

Ser oculto: Freddy

Más complejo que la complejidad misma, Freddy el impronunciante, o Yeyi, a secas, es uno de los seres ocultos más intrigantes y enrevesados que he llegado a estudiar. Mis tratos con él son bastante frecuentes, y de hecho fue invocado hace poco para tratar cierta información, que otorgó en medio de una monumental libación con vino.
Muchos antiguos investigadores han enloquecido al estudiar a Freddy. Cholmos, la Luly, la Iza, son sólo algunos. Me pregunto si yo lo habré hecho, y no alcanzo a percibirlo. Prefiero no cuestionármelo.
La mente de Freddy, frente a todos los sondeos, es un maremágnum de patafísica pura, pero retorcida por su transcripción al freddiano o freddiense, el idioma impronunciable. Dicen que este idioma impío y corrupto deriva del ruso. Sé que no es así, pero tiene influencias de dicho idioma.
Sé que investigar a Freddy requiere dialogar con él. Sin embargo, seguir sus derroteros mentales muchas veces ha sido lo último en estado cuerdo que muchos han hecho. Insisto: recuerden a Cholmos.
Además de su mente insondable e imposible de comprender, Freddy es reconocido como un ser altamente irascible, a quien las tropas de más allá del lago Farfana constantemente hacen frente en batallas de épicas proporciones. Al invocarlo se debe tener una precaución máxima.
Porque dicen, los pocos osados que han llegado hasta su morada, que el viaje es terrible, pues al borde del universo conocido está el lago Farfana, y atravesándolo, y siguiendo trochas laberínticas, más allá incluso que la chucha, es posible divisar su guarida: el cubil de Yeyi. Allí se alzan dos puertas, una conduce a la casa de Yeyi, y la otra.... bueno, si te equivocas, lo más probable es que un ruido te anuncie.
Existen rumores y antiguas leyendas que aseguraban cantidades de comida más allá del límite del mismísimo Monosaurio, batallas irracionales que se sucedían en habitaciones que variaban acomodándose a las necesidades de sus habitantes como la greda en las manos del alfarero, y conversaciones megalomaníacas susurradas en los pasillos cuando ya todos habían caído.
Sé que esta información puede costarme la cabeza, o al menos, un par de moretones. No puedo escribir más, por ahora.
Mi cordura.... debo aguantar.... resistir esas frases en freddiano, que resuenan en mi mente, ininteligibles.

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