Persecución ideológica
Cierto par de FPF corren por el oscuro y tenebroso bosque. Portan armas, y visten túnicas ajadas. Son cierto monje/bribón/ranger, llamado Mezgo, y un bibliotecario que se las ha estado dando últimamente de conjurador, sin demasiado éxito.
Corren casi a oscuras, y el barro suena bajo sus pies como sonaban los pasos de sus captores sobre su propia sangre, antes de que lograran escapar.
Son perseguidos, evadidos de las garras de la Inquisición FPF.
Al correr, Mezgo intenta recordar su delito. Pero, bajo la influencia de cierto brebaje secreto (o la mezcla irresponsable y desenfrenada de ellos), sus actos no le pertenecían. No logra recordar nada de aquella feroz noche en la guarida de Jabalina. No recuerda su crimen, como si de la licantropía se tratara. No sabe a quién culpar. Cuando la Inquisición FPF lo atrapó, las torturas fueron más allá de lo permitido por la convención de Ginebra. Más allá de la convención de Gin con Ginebra. Y casi más allá de lo que Mezgo podía soportar.
"Culpable" dijo la alta inquisidora de la FPF, M. J. Torquemada, también conocida como la Dama de Fierro (ôh), y Martillo de Mequetrefes.
"Culpable", dijo el jurado. Pero Mezgo no recordaba nada. Y lo condenaron.
Del bibliotecario Mono, autoproclamado Mono Superioris, nada se puede agregar. Declarado blasfemo, hereje, mequetrefe, cliente frecuente de las celdas de la Inquisición FPF, pesado, desagradable y huevón por la mismísima M. J. Torquemada, raro era que no estuviese en los calabozos de la terrible Martillo de Mequetrefes. Los cargos esta vez se asociaban a todas las formas de ego: egoísmo, egolatría, egocentrismo, egotismo, egomanía, Egon Wolff, Egon Beckman, e'gol de oro, ego a secas y las demás. Un Mono alegó inocencia de algunos de los cargos, pero se le acusó además de al-egó-n, y fue mandado al calabozo sin mayores ceremonias, a aguardar ser ajusticiado como el mequetrefe que era a los ojos de la Inquisición FPF.
Pero si Dantés, Rambo, los de la película ésa donde les hacían detonar si pasaban la línea y Han Solo escaparon, nuestros héroes no podían ser menos.
Al hacerse pasar por guardia y flan, respectivamente, lograron eludir a sus captores. Ahora debían correr. Solamente un bosque los separaba de la libertad, al menos por un tiempo. Al menos hasta que cometieran otra blasfemia aberrante. Eso era, según estadísticas alrededor de una semana.
"¡Avada kedavra!" sonaba tras ellos. "¡Ki en san!". "¡Tomakonshetsumaru!". "¡Shunkokoken!". Toda la gama de conjuros poderosos y temibles.
De pronto, como un chasquido, resonó por el bosque el terrible conjuro.
-¿Mezgo?
Silencio.
-¿Mezgo? ¡Mezgo!
Silencio.
-Mierda.
Así, Un Mono quedó solo en el bosque. Pensó por un instante los atroxes tormentos a los que se sometería a Mezgo. Y retomó su camino fuera del bosque.
Le faltaban pocos metros.
Pero algo debía oponerse a su plan de escape. Claro. No hay gran escape sin Final Boss.
La silueta se recortó oscura contra el cielo nocturno. Le cortaba el paso al fugitivo a la única ruta de escape: el precipicio junto al mar (sí, si sé que es lo más trillado que puede haber, pero al menos Un Mono no se hizo pasar por el sabio para ser lanzado al mar, ni se llama Kimball (y no me refiero al invisible)).
-Blasfemo. Mono blasfemo - dijo Yeyi el incomprensible, desenfundando su afilada espada.
-¿Adhieres al Scullysmo, ahora, Yeyuno?
-Al anti-monismo
-Estoy desarmado.
-____g___rf____n___!__s - respondió Yeyi, pasándole una meneketene, como las de cyberpunketa (los espacios indican lo que no se ha podido descifrar aún de lo que dijo Yeyi. Les pedimos disculpas, el alachuchense es un idioma difícil).
Se lanzaron al ataque. La lucha fue épica. Al menos todo lo épica que puede ser una pelea que dura dos golpes y ya.
Desarmado y en el suelo, Un Mono se aprestaba a ser descuajaringado atroxmente por Yeyuno.
Sólo le restaba una cosa por hacer. Con rapidez, comenzó a hablar sobre la vida, la futilidad de los esfuerzos del ser humano, el colegio y vivir a la chucha.
Aprovechando la depresión extrema y fulminantemente paralizante que, por supuesto, atacó a su contendor, saltó al mar.
Mientras caía, sonrió. Libre. Era libre. Al menos por unos pocos días. ¿Qué haría?
Tal vez algún que otro escrito blasfemo.
O un discurso herético.
O un levantamiento popular en contra de.... daba lo mismo.
Contra M. J. Torquemada, en último caso.
O una nueva Guerra de los Monos.
Sí.... eso podía ser.
Total, el lunes es feriado.
Justo antes de zambullirse en el mar, la cámara lo enfoca
Y sonríe.
3 comentarios:
a ver...pero te falto la segunda parte de esa historia su perdida de memoria el viernes pasado...la caida por las escaleras del metro..en show para subirlo a la "scullymovil" y para bajarlo cuando llego a asu casa!!!!!!!
y por supuesto..el q por segunda vez NO SE ACUERDA DE NADA!!!!!!
Scully..la inkisidora
Si logro leer bien entre líneas, saco por conclusión que la Inquisición FPF, el día viernes 21 de abril, TORTURÓ a un Mezgo, secuestrándolo con el ominoso Scullymóvil en una céntrica calle, lo arrojó por las escaleras del Metro, lo sometió a brutales interrogatorios, bajo presiones sicológicas, y al ver que Mezgo mantenía firme su voluntad como buen FPF, ordenó que fuese arrojado al frío pavimento de la calle frente a su casa, una oscura noche.
¿Amnistía?
negada!!!
Publicar un comentario